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Corinafuentes

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“Tejer la cuelcha es un trabajo demoroso, delicado, que demanda días para que quede bien hecho, porque en cada pieza tanto el tejido, la forma y la costura se hacen a mano”. Cuando era niña no me llamaba mucho la atención el oficio de “las colchanderas”: la artesanía de tejer la paja de trigo por medio del trenzado, porque todas lo hacían. La sombrerilla de niña, más conocida por acá como capota, era el clásico diseño que tejían las abuelas. De hecho, yo aprendí observando a la mía. Con el paso de los años me dediqué a otras cosas. Pero hubo un momento donde me fui a vivir a la zona urbana de Ninhue, estuve ayudando a los chupalleros que trabajan con la cuelcha que tejen las artesanas y eso me hizo entrar de nuevo al mundo de la cuelcha. Desde entonces, hace más de 10 años, la trabajo. Gracias a ella genero ingresos extra en mi casa. Con otras artesanas armamos la agrupación “Las Espiguitas de Ninhue”, donde juntas aprendimos que las trenzas de la cuelcha pueden ser más que chupallas y sombreros; podíamos crear piezas nuevas como cestas, paneras, monederos, entre otros objetos. Es un trabajo demoroso, delicado, que demanda días para que quede bien hecho, porque en cada pieza tanto el tejido, la forma y la costura se hacen a mano.

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“Tejer la cuelcha es un trabajo demoroso, delicado, que demanda días para que quede bien hecho, porque en cada pieza tanto el tejido, la forma y la costura se hacen a mano”.

Cuando era niña no me llamaba mucho la atención el oficio de “las colchanderas”: la artesanía de tejer la paja de trigo por medio del trenzado, porque todas lo hacían. La sombrerilla de niña, más conocida por acá como capota, era el clásico diseño que tejían las abuelas. De hecho, yo aprendí observando a la mía. Con el paso de los años me dediqué a otras cosas. Pero hubo un momento donde me fui a vivir a la zona urbana de Ninhue, estuve ayudando a los chupalleros que trabajan con la cuelcha que tejen las artesanas y eso me hizo entrar de nuevo al mundo de la cuelcha. Desde entonces, hace más de 10 años, la trabajo. Gracias a ella genero ingresos extra en mi casa. Con otras artesanas armamos la agrupación “Las Espiguitas de Ninhue”, donde juntas aprendimos que las trenzas de la cuelcha pueden ser más que chupallas y sombreros; podíamos crear piezas nuevas como cestas, paneras, monederos, entre otros objetos. Es un trabajo demoroso, delicado, que demanda días para que quede bien hecho, porque en cada pieza tanto el tejido, la forma y la costura se hacen a mano.

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